martes, 23 de octubre de 2012

El Tren

El Tren
Adrian Dufflocq Galdames
Extraido de; Silabarío Hispano américano
ilustracion; Patuziin

Mi trencito
de madera
donde quiera
va a correr.
 
No se cansa
ni descansa,
chu-cu chu-cu,
por el riel.
 
Es de carga
y es expreso,
muy travieso
por doquier.
 
Baja, sube
y echa humo
como nubes
de algodón
 
De repente,
insolente,
echa nubes
de carbón.
 
Se alborotan
los caballos
y las vacas
al pasar.
 
¡Los bolestos
de primera!
¡Los boletos
de tercera!
 
Y la gente,
de repente
se comienza
a preparar
 
La campana
les avisa
que de prisa
hay que bajar
 
Y, en mi sueño,
soy el dueño,
chu-cu chu-cu,
de este tren.
 
          (esta ultima estrofa se lee lentamente)


 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Las Flores del Ogro

Las Flores del Ogro
Ma. Cecilia Ortega

En un pantáno muy alejado de la ciudad, vive un ogro llamado Pascual, al cual le gustan mucho las flores y por lo mismo su actividad favorita es plantarlas para luego lucirlas en un florero sobre su mesa.
En uno de esos días en que Pascual se encontraba en el bosque  buscando leña para su hogar, una Bruja llamada Eduvijes pasó por fuera de su casa. Como la bruja era muy despreocupada por los demas, no tubo reparos en tomar las flores mas bellas que sobresalian desde la cerca del jardín, cuando ya las tubo todas en sus manos, elevó su escoba al cielo y se marcho en plis plas.

Cuando Pascual regresó a su casa, no podía creer que sus hermosas flores ya no estubieran ahí.
-¿Pero quién me ha podido robar mis maravillosas flores? - gritó muy enojado
- No descanzaré hásta encontrar al culpable y cuando lo encuentre ya verá...

Entrando a su casa, tomó sus botas de viaje y se las pusó. Cerro la puerta por fuera y se marchó en busca de sus flores perdidas.

Caminó durante muchos días, y entre más días pasaban mas crecía su enojo. Por fin, en las orillas de un lago, encontró sus flores, estaban puestas  en un jarron sobre la ventana de la casa mas pequeña que jamas hubiera visto. Muy furiozo y a la vez feliz de encontrar sus queridas flores, corrío hasta aquella ventana, para su sorpresa, antes de lograr tomar sus flores, una voz lo hizo detenerse.
_ ¿qué pretendes con mis maravillosas flores? - dijo la bruja
_ ¿Tuyas? , no son tuyas, son mías - le grito enojado el ogro Pascual
_ ¿No te das cuentas que estan en mi florero, sobre mi ventana?- pregunto la bruja
Pero tu me las robaste a mí, desde mi jardín, las he reconocido de inmediato... - dijo el ogro, no menos enojado.
- Yo no las he robado, las corte desde una cerca, y habían muchas flores ahí, ademas yo no sabía que esa era tu casa - Se escuso la bruja Eduvijes
- Por que abria de dartelas a ti, me ha costado mucho tenerlas asi de hermosas, y me las llevaré ahora -
 Entoncés de un tiron el Ogro Pascual agarró las flores, pero la Bruja Eduvijes también lo hizo, y como ambos lo hicieron muy fuerte las flores se hicieron mil pedazos.

Fue asi como ambos se quedaron sin ninguna flor.
El ogro muy triste regreo a su casa, y urante todo el camino pensó, que tal ves si le hubiera explicado a la bruja lo importante que eran sus flores para él, las flores no estarían ahora muertas.
Mientras tanto, la bruja tambien pensó, que era muy posible que fuera por culpa de sus malos modales el que el ogro se hubiera enojado tanto y que las flores estubieran muertas, porque no le costaba nada pedirlas, en vez de llevarselas sin permiso. Fue asi, como la bruja tomó su escoba, y voló muy aprisa hasta el mismo pantáno en donde encontró las flores, para disculparse con el ogro.

Para su sorpresa cuándo llegó, el ogro no la recibió de mala manera, sino que la invito a pasar, y ademas le regalo unas flores, como disculpa por su mal temperamento, puesto que el entendio que ella no sabía que esas eran sus flores. La bruja también se disculpo por su falta de prudencia. Y ahora ambos tenían las bellas flores que tanto querían, por que el ogro sembró mas, y la bruja lo visitabá cada mes, y él le regalaba un ramo hermoso.

Fin

*El actuar de manera imprudente y desconsiderada siempre traerá problemas, hiriendo a las personas y haciendolas molestar mucho. Aunque sea dificil en ocasiones, es mejor pedir las cosas y aceptar la respuesta que los demas creen que es la mejor, aunque no sea la queisieramos oir.



 

lunes, 15 de octubre de 2012

Un Cerdito Asustadizo


Un Cerdito Asustadizo
Anónimo

         Érase una vez un lindo  cerdito, el cual era muy pero muy asustadizo.

Cada vez que llegaba la hora de dormir, imploraba a su madre que le permitiera dormir con la luz encendida.

Pero siempre su madre le respondía que no, pues eso seria un desperdicio de energía.

Pero el pequeño cerdito no aceptaba ese tipo de negación, y por eso le pedía nuevamente, pero esta vez, le pedía que le permitiera dormir con ella y el papá, porque los fantasmas lo vendrían a molestar si estaba solo y con la luz apagada.

Pero, nuevamente su mamá le negaba la petición, porque para ella era muy necesario que él aprendiera a dormir solito, al igual que  ella y el papá de pequeños. Además le explicaba que los fantasmas y ese tipo de monstruos solo habitaban en su imaginación y que ninguno vendría a molestarlo.

Una noche, el pequeño cerdito despertó y vio como una sombra muy grande se reflejaba en su pared, de seguro era un monstruo gigantesco que venía por él. Temblando de miedo, el cerdito recordó las palabras que su madre le había dicho: “Los monstruos y fantasmas solo viven en tu imaginación”. Entonces, por primera vez, tomó valor y decidió enfrentar su miedo.

Muy valiente, se levantó y caminó hacia el lugar de donde provenía la enorme sombra de aquel monstruo. Al llegar allí, para su sorpresa, descubrió que no era más que la sombra de un pequeño pajarito que volaba fuera de la ventada y con sus alas causaba el reflejo en la luz. Esa noche, el cerdito venció su miedo y durmió tranquilo y feliz en su habitación, sin luces encendidas.

Fin.

Moraleja: “La mejor manera de vencer tus miedos es enfrentarlos. Tú eres más poderoso que ellos”.

domingo, 14 de octubre de 2012

Aquél Amor...

Aquél Amor... (La historia de una Sabueso enamorada)
Anónimo
 
     Aquella mañana Rita la Sabueso saludó al Gallo desde un rinconcito del jardín. ¿Qué haría el gallo ahí, pisando flores y mirándola con el pico abierto en un melódico quiquiriquí?
Pues Bien, como era costumbre el gallo se había vuelto a quedar dormido y las gallinas molestas lo echaron del gallinero en un revoleo de plumas y cacareos.
A Rita, sin embargo, simpatizaba mucho. El gallo, sí, el gallo. Era todo un galán.
Extraño era que ella, la preferida del granjero por su buena labor estuviera deslumbrada por un Flojo como aquel emplumado. . . Bien dicen que el amor es ciego. . .
Pero hacían una buena pareja: ella veloz cazando cuando cuando extraño se presentara y él cantando con alegría para darle fuerzas.
En verdad para el gallo se trataba de una amistad, una buena relación: él cantaba y ella saltaba rítmicamente como una bailarina. Rita le conseguía todo tipo de insectos para enriquecer su pobre comida fuera del gallinero. Sería romántico eso de alimentarse con jazmines y claveles, pero esa comida de jardín le hacía pésimo a la pobre perra y a él le hacia entonar un quiquiriquí que no le gustaba nada. Al comer los insectos, en cambio, su canto era el de un tenor.
Oye Rita, ¿cazaste más para mí? – decía insolente el gallo
Pero la perra siempre le respondía con un tono amable:
- Sí, gallo, yo te alimentaré, te protegeré, te mimaré.
-¡Qué buena amiga tengo! – pensaba el gallo.
Sí, sí, Rita era una verdadera amiga. Para él. Pero ella pensaba otra cosa: el amor había llegado a su vida.
Ni bien Rita empezaba a soñar con ese romance imposible, se abrió la puerta del gallinero para el gallo, que de tanto verla trabajar, se había contagiado un poco, un poquito, un poquitito así.
Pero al dia siguiente cuando Rita regresaba de cazar junto al granjero pasó  al gallinero para ver a su amado . . . ¡Sorpresa! Su galán estaba al lado de una horrible gallina que empollaba unos espantosos huevos.
Rita enfurecida tuvo muchas ganas de entrar y agarrar del cogote a la gallina, pero justo en ese momento el gallo comentaba con su voz más sonora:
Amigos, les voy a presentar a mi mejor amiga, Rita la sabueso, que  me ayudó muchísimo y entrego la alegría que no tenia. . .
Tuvo que interrumpir las presentaciones porque un huevo empezó a romperse , y otro, y otro, y otro. . . ¡Qué pollitos tan lindos!
Rita se sintió tía y corrió presurosa a buscar un poco de tela que había  tirada para hacerles un nido mas grande.
Asi fue como Rita fue muy feliz de poder compartir esa alegría con su amigo el gallo, ahora lo veía claro, el mejor amigo de toda su vida.
 

Fin

viernes, 12 de octubre de 2012

La Mascota de Mis sueños


La Mascota de mis Sueños
Patuziin
Ilustración ; Patuziin

       Desde muy pequeña a Frida le gustaba jugar con toda clase de animalitos. Ese día, en la plaza encontró un caracol y un cien pies y decidió llevarlos a su casa, por que ahora eran sus mascotas.

-¡Miren! – dijo orgullosa

- Pero… Frida, no se traen esas “cosas” a la casa. Hija devuélvelas inmediatamente, ponlas en el jardín. – Dijo la mamá

Frida se sintió muy mal por la reacción de su mamá y se fue a jugar sola.

En la noche, cuando la mamá la estaba acostando, Frida recordó lo ocurrido con sus “mascotas” y dijo:

-Mamá, quiero tener una mascota que no te de asco

- Pero hija, recuerda que eres alérgica, tú no puedes tener mascotas – respondió la mamá.

- ¡Es injusto!  - dijo y se dio la vuelta sin despedirse de la mamá.

Al otro día, Frida se llevo una gran sorpresa cuando vio a su tía Cecilia en la casa, había llegado de visita, desde Paris:

-¡Tía! –Gritó Frida muy emocionada – Durante mucho rato las dos se divirtieron con juegos  y canciones, pero desde el principio la tía se dio cuenta que a Frida le pasaba algo.

Después de almorzar, la Tía Cecilia le preguntó qué pasaba…

-          Quiero tener una mascota y mi mamá me dice que no puedo por que tengo la alergia de las mascotas, o algo así…

-          Y quién es esa señora tan malvada…. Ja ja ja ja – río la tía para calmar a Frida

-          NOOOO tía , es que me enfermo

-          Pero quizás te puedas mejorar –Dijo la tía Cecilia

-          ¿De Verdad?

-          Por supuesto que sí – Dijo muy alegre la tía mirando a Frida

En la noche, una vez que Frida se quedo se quedo dormida, Cecilia habló con su hermana y su esposo, mientras les enseñaba unas fotografías de Paris.

-          Frida me conto que quiere tener una mascota

-          Asi es – dijo el papá de Frida – pero ella es alérgica

-          ¿a que animalitos es alérgica? – Pregunto Cecilia

-          Pues, a todos , en realidad es alérgica en general… - Dijo la mamá

-          ¿Cómo que en general? , debe ser alérgica a algo en especial ¿o no?

-          Pues sí, pero el medico dice que es en general – Dijo el Papá

-          Yo le quiero regalar una tortuga, ya que ocupa menos espacio, es higiénica en comparación a los perritos y gatos. Me gustaría saber si pueden averiguar a que es alérgica y me avisan, por que yo quiero ver feliz a Frida.

-          Esta bien – respondieron a dúo la mamá y el papá

 

Al otro día, la mamá de Frida la llevo al médico y este le dijo que si podía tener animales, a lo que era alérgica eran mas bien flores con mucho polen y polvo, pero solo eso.

La mamá en cuanto llego a la casa se lo comunico a su hermana Cecilia, y esta muy veloz fue hasta una tiendo de mascotas, ahí compró una bonita pecera (muy grande), comida y una pequeña y tierna tortuga.

Al otro día, el papá llamo a Frida hasta el living, él y la niña conversaron mucho rato, explicándole lo importante que era tener a cargo un animalito. Cuando la conversación esta por terminar, el papá le pidió que cerrara los ojos y Frida sin saber porque lo hizo.

Cuando los abrió no pudo creer que esta viendo en una pecera muy linda una tierna tortuga y escrito en el vidrio de la pecera decía: Soy tu mascota cuídame mucho.

Frida la tomo y sonrió como nunca antes, dio las gracias a su papá, mamá y le dio un gran abrazo a su tía Cecilia.

Todos querían ponerle nombre a la tortuguita, pero Frida dijo veloz, mi tortuga tendrá el mejor nombre del mundo. ¿Cuál? – dijeron los adultos.

Ella se llamara ¡AMIGA! … porque ahora eso será… y yo siempre la cuidare.

Y así fue, desde ese día Frida y amiga, nunca se separaron y ahora que Frida ya es mayor, espera con ansias llegar a su casa, ya que siempre la espera  su amiga inseparable.

Fin



* El dibujo de la niña con la tortuga creo que es muy bonito, lamento no saber quien lo dibujo para colocar su nombre en co.ilustracion.(publicación 207)

martes, 2 de octubre de 2012

La princesa de la isla

La Princesa de la Isla
Edición resumen para cuento
ilustración de "Drakkenfan"

     Una valiente y noble chica llamada Ro (su verdadero nombre es Rosella) quien náufrago en una isla tropical cuando ella tenia seis años y crece bajo la mirada de varios animales: Sagi, un panda rojo sabio, Azul, un pavo real extravagante y Tika, un bebé elefante. Se aprende a hablar con los animales, pero no recuerda nada de su pasado antes del naufragio. Su única pista son un cofre lleno de pertenencias con una placa rota (Ro) y una bandera de tiras con una rosa blanca.
Diez años después, un apuesto príncipe llamado Antonio descubre la isla de Ro. Ella le salva la vida cuando los cocodrilos atacan a él y su amigo, Frazer. Agradecido por su ayuda, Antonio pregunta a Ro si le gustaría volver con él a su reino, Apolonia. Con la esperanza de descubrir su pasado, Ro está de acuerdo siempre y cuando su familia pueda venir con ella. Durante el viaje de regreso, Ro y Antonio se enamoran.
Cuando regresan, Antonio presenta Ro a sus padres, el Rey Peter y la Reina Daniella, así como las hermanas de Antonio, las trillizas Rita, Gina y Sofía. Mientras que las niñas de inmediato se llevan bien con Ro y sus animales, Daniella no está segura de qué pensar de Ro, mientras que Peter no aprueba en absoluto. El rey se vuelve aún más perturbado por evidente afecto de su hijo hacia la chica de la isla "incivilizada". Ro, sin embargo, tener éxito en ganar la amistad de la mona mascota de Daniella, Tallulah.
Peter está decidido a que su hijo aventurero debe establecerse y casarse. Aunque antes, se las arregló para que Antonio se case con Luciana, una princesa de un reino vecino. Al igual que el príncipe, Luciana no quiere casarse con alguien que no ama, pero se ve obligada a ser una marioneta en los planes de su madre. Desconocido para todos, la reina Ariana (la madre de Luciana) planea hacer que Luciana y Antonio se casen, para que Luciana gobernara el Reino aunque Luciana es demasiado amable y también se hace amiga de Ro. La reina ve a Ro como una amenaza a sus planes y rápidamente parcelas de disponer de ella.
En los próximos días, Ro intenta agradar a los padres de Antonio, pero debido a la interferencia de Ariana, todos terminan en un desastre, Ro siente que no tiene lugar en Apolonia y piensa en regresar a su isla, pero su amor por Antonio y la determinación para saber sobre ella la convence para quedarse. Por ahora, Ro siente que no tiene cabida en Apollonia y piensa en regresar a su isla, pero su amor por Antonio y la determinación para saber sobre ella la convence para quedarse.
Tratando de levantarle el ánimo, los animales de Ro y Tallulah ayudar a su vestido para un baile real para celebrar Antonio y la participación de Luciana. Gracias a sus esfuerzos, Ro lleva un vestido espectacular, mientras que su gracia deja impresionado a todos los invitados, incluyendo Peter.
Cuando Antonio le confiesa a Ro que él la ama, Ro le recuerda su promesa de Luciana. Después de un baile juntos, ella se va y los anuncios de un carruaje fuera del castillo que lleva el mismo diseño que la bandera de encontrar de nuevo en la isla. Ro descubre que la marca pertenece a otro reino vecino llamado Paladia, pero el duque y la Duquesa (el transporte de los propietarios) sólo tuvieron hijos, no hijas.
Hartos de los intentos de su padre para empujarlo hacia el matrimonio, Antonio escribe una nota para Ro, diciendo que él quiere huir con ella en lugar de casarse con Luciana. Tika que estaba escondida entre unas plantas lo descubre y decide ocultar la nota de Antonio, por temor a que Ro la abandone.
Como parte de su plan para deshacerse de Ro, Ariana tiene sus tres ratas como mascotas poner una hierba del sueño llamada "hierba de extinción" en la comida de todos los animales en el reino. Al día siguiente, los animales de todo el reino no son capaces de despertar, Peter manda a Ro al calabozo y les llevan comida que conteinia Hierba del atardecer, que Azul come y cae en un profundo sueño. Cuando Antonio pide su liberación, Peter dice que liberará a Ro y la devolverá a la isla, si Antonio se casa con Luciana.
Ro es liberada y enviada en un bote que la llevará de vuelta a su isla. En el viaje, Tika confiesa que escondio la nota que le dejó Antonio, y Ro la perdona. Todo el grupo son entonces arrojados por la borda, como Ariana había pagado a un hombre para haecrlo. Cuando Tika y Sagi casi se ahogan, Ro recupera su memoria y recuerda que se había perdido en el mar cuando era una niña, y había un hombre gritando su nombre real: "Rosella". Ro se las arregla para llamar a los delfines en busca de ayuda, y llevan el grupo a la orilla.
Como Antonio y comienza la boda de Luciana, Ariana pone la hierba del atardecer en el pastel de bodas. Ro llega y rápidamente comienza a hacer una tónico de rosas para despertar a los animales. Estuvo a punto de despertar a Azul, cuando los guardias del rey llegaron y la descubrieron. Sagi se escapa y toma el antídoto para Tallulah, que ha también había comido la hierba. Uno de los guardias trata de atraparlo, pero Tika lo detiene. El otro guardia está a punto de llevar a Ro de nuevo a los calabozos.
Al enterarse de de Tika que entra en la sala de bodas del mismo modo que está a punto de comenzar, Antonio, Luciana, los padres de Antonio, Ariana y sus invitados van al invernadero. Antonio le alegra de ver a Ro de nuevo. Ella trata de explicar que Ariana puso una hierba en la comida de los animales y que puede curarlos, al principio nadie le cree, pero luego Tallulah aparece con Sagi, que muestra que Ro está diciendo la verdad. además Ariana lo niega, pero Luciana la sorprendió confirmando la historia de Ro, diciendo que su madre le había dicho que no coma ningún alimento de la boda. Expuestos, Ariana trata de hacer una escapada en un carruaje, pero después de una escena de persecución de largo, es finalmente detenida y capturada por caer en el lodo de los cerdos.
Peter se disculpa con Ro y su hijo. Él da su bendición a la pareja y abraza a Ro. Ella le dice a la familia real de que su verdadero nombre es Rosella. Una invitada que está detrás de ellos, Marissa, la reina de Paladia oye a Ro y viene hacia adelante. Ella les dice que ella tuvo una hija llamada Rosella. Ro hace una pausa y luego empieza a cantar una canción de cuna que conocía desde que era pequeña. Marissa se une para completar la canción, dando cuenta de que Ro es de hecho su hija perdida hace mucho tiempo, Rosella. Antonio, sus padres y amigos de los animales de Ro (incluyendo el Azul ahora despierto) ver como la madre y la hija se abrazan. Ro y Antonio se casaron. Luciana también asiste a la boda y conoce a un joven y apuesto príncipe. La feliz pareja (Ro y Antonio), le dicen adiós a todo el mundo como partieron en un viaje hacia la isla con Sagi, Azul, Tika y Tallulah en un barco. Así viven felices para siempre.

Cada Cosa en Su Lugar

Cada Cosa en Su Lugar
Hans Ch. Andersen

   Hace de esto más de cien años.
Detrás del bosque, a orillas de un gran lago, se levantaba un viejo palacio, rodeado por un profundo foso en el que crecían cañaverales, juncales y carrizos. Junto al puente, en la puerta principal, habla un viejo sauce, cuyas ramas se inclinaban sobre las cañas.
Desde el valle llegaban sones de cuernos y trotes de caballos; por eso la zagala se daba prisa en sacar los gansos del puente antes de que llegase la partida de cazadores. Venía ésta a todo galope, y la muchacha hubo de subirse de un brinco a una de las altas piedras que sobresalían junto al puente, para no ser atropellada. Era casi una niña, delgada y flacucha, pero en su rostro brillaban dos ojos maravillosamente límpidos. Mas el noble caballero no reparó en ellos; a pleno galope, blandiendo el látigo, por puro capricho dio con él en el pecho de la pastora, con tanta fuerza que la derribó.
-¡Cada cosa en su sitio! -exclamó-. ¡El tuyo es el estercolero! -y soltó una carcajada, pues el chiste le pareció gracioso, y los demás le hicieron coro. Todo el grupo de cazadores prorrumpió en un estruendoso griterío, al que se sumaron los ladridos de los perros. Era lo que dice la canción:
«¡Borrachas llegan las ricas aves!».
Dios sabe lo rico que era.
La pobre muchacha, al caer, se agarró a una de las ramas colgantes del sauce, y gracias a ella pudo quedar suspendida sobre el barrizal. En cuanto los señores y la jauría hubieron desaparecido por la puerta, ella trató de salir de su atolladero, pero la rama se quebró, y la muchachita cayó en medio del cañaveral, sintiendo en el mismo momento que la sujetaba una mano robusta. Era un buhonero, que, habiendo presenciado toda la escena desde alguna distancia, corrió en su auxilio.
-¡Cada cosa en su sitio! -dijo, remedando al noble en tono de burla y poniendo a la muchacha en un lugar seco. Luego intentó volver a adherir la rama quebrada al árbol; pero eso de «cada cosa en su sitio» no siempre tiene aplicación, y así la clavó en la tierra reblandecida-. Crece si puedes; crece hasta convertirte en una buena flauta para la gente del castillo.
Con ello quería augurar al noble y los suyos un bien merecido castigo. Subió después al palacio, aunque no pasó al salón de fiestas; no era bastante distinguido para ello. Sólo le permitieron entrar en la habitación de la servidumbre, donde fueron examinadas sus mercancías y discutidos los precios. Pero del salón donde se celebraba el banquete llegaba el griterío y alboroto de lo que querían ser canciones; no sabían hacerlo mejor. Resonaban las carcajadas y los ladridos de los perros. Se comía y bebía con el mayor desenfreno. El vino y la cerveza espumeaban en copas y jarros, y los canes favoritos participaban en el festín; los señoritos los besaban después de secarles el hocico con las largas orejas colgantes. El buhonero fue al fin introducido en el salón, con sus mercancías; sólo querían divertirse con él. El vino se les había subido a la cabeza, expulsando de ella a la razón. Le sirvieron cerveza en un calcetín para que bebiese con ellos, ¡pero deprisa! Una ocurrencia por demás graciosa, como se ve. Rebaños enteros de ganado, cortijos con sus campesinos fueron jugados y perdidos a una sola carta.
-¡Cada cosa en su sitio! -dijo el buhonero cuando hubo podido escapar sano y salvo de aquella Sodoma y Gomorra, como él la llamó-. Mi sitio es el camino, bajo el cielo, y no allá arriba.
Y desde el vallado se despidió de la zagala con un gesto de la mano.
Pasaron días y semanas, y aquella rama quebrada de sauce que el buhonero plantara junto al foso, seguía verde y lozana; incluso salían de ella nuevos vástagos. La doncella vio que había echado raíces, lo cual le produjo gran contento, pues le parecía que era su propio árbol.
Y así fue prosperando el joven sauce, mientras en la propiedad todo decaía y marchaba del revés, a fuerza de francachelas y de juego: dos ruedas muy poco apropiadas para hacer avanzar el carro.
No habían transcurrido aún seis años, cuando el noble hubo de abandonar su propiedad convertido en pordiosero, sin más haber que un saco y un bastón. La compró un rico buhonero, el mismo que un día fuera objeto de las burlas de sus antiguos propietarios, cuando le sirvieron cerveza en un calcetín. Pero la honradez y la laboriosidad llaman a los vientos favorables, y ahora el comerciante era dueño de la noble mansión. Desde aquel momento quedaron desterrados de ella los naipes.
-¡Mala cosa! -decía el nuevo dueño-. Viene de que el diablo, después que hubo leído la Biblia, quiso fabricar una caricatura de ella e ideo el juego de cartas.
El nuevo señor contrajo matrimonio -¿con quién dirías?- Pues con la zagala, que se había conservado honesta, piadosa y buena. Y en sus nuevos vestidos aparecía tan pulcra y distinguida como si hubiese nacido en noble cuna. ¿Cómo ocurrió la cosa? Bueno, para nuestros tiempos tan ajetreados sería ésta una historia demasiado larga, pero el caso es que sucedió; y ahora viene lo más importante.
En la antigua propiedad todo marchaba a las mil maravillas; la madre cuidaba del gobierno doméstico, y el padre, de las faenas agrícolas. Llovían sobre ellos las bendiciones; la prosperidad llama a la prosperidad. La vieja casa señorial fue reparada y embellecida; se limpiaron los fosos y se plantaron en ellos árboles frutales; la casa era cómoda, acogedora, y el suelo, brillante y limpísimo. En las veladas de invierno, el ama y sus criadas hilaban lana y lino en el gran salón, y los domingos se leía la Biblia en alta voz, encargándose de ello el Consejero comercial, pues a esta dignidad había sido elevado el ex-buhonero en los últimos años de su vida. Crecían los hijos - pues habían venido hijos -, y todos recibían buena instrucción, aunque no todos eran inteligentes en el mismo grado, como suele suceder en las familias.
La rama de sauce se había convertido en un árbol exuberante, y crecía en plena libertad, sin ser podado. –
-¡Es nuestro árbol familiar! -decía el anciano matrimonio, y no se cansaban de recomendar a sus hijos, incluso a los más ligeros de cascos, que lo honrasen y respetasen siempre.
Y ahora dejamos transcurrir cien años.
Estamos en los tiempos presentes. El lago se había transformado en un cenagal, y de la antigua mansión nobiliaria apenas quedaba vestigio: una larga charca, con unas ruinas de piedra en uno de sus bordes, era cuanto subsistía del profundo foso, en el que se levantaba un espléndido árbol centenario de ramas colgantes: era el árbol familiar. Allí seguía, mostrando lo hermoso que puede ser un sauce cuando se lo deja crecer en libertad. Cierto que tenía hendido el tronco desde la raíz hasta la copa, y que la tempestad lo había torcido un poco; pero vivía, y de todas sus grietas y desgarraduras, en las que el viento y la intemperie habían depositado tierra fecunda, brotaban flores y hierbas; principalmente en lo alto, allí donde se separaban las grandes ramas, se había formado una especie de jardincito colgante de frambuesas y otras plantas, que suministran alimento a los pajarillos; hasta un gracioso acerolo había echado allí raíces y se levantaba, esbelto y distinguido, en medio del viejo sauce, que se miraba en las aguas negras cada vez que el viento barría las lentejas acuáticas y las arrinconaba en un ángulo de la charca. Un estrecho sendero pasaba a través de los campos señoriales, como un trazo hecho en una superficie sólida.
En la cima de la colina lindante con el bosque, desde la cual se dominaba un soberbio panorama, se alzaba el nuevo palacio, inmenso y suntuoso, con cristales tan transparentes, que se habría dicho que no los había. La gran escalinata frente a la puerta principal parecía una galería de follaje, un tejido de rosas y plantas de amplias hojas. El césped era tan limpio y verde como si cada mañana y cada tarde alguien se entretuviera en quitar hasta la más ínfima brizna de hierba seca. En el interior del palacio, valiosos cuadros colgaban de las paredes, y había sillas y divanes tapizados de terciopelo y seda, que parecían capaces de moverse por sus propios pies; mesas con tablero de blanco mármol y libros encuadernados en tafilete con cantos de oro... Era gente muy rica la que allí residía, gente noble: eran barones.

Reinaba allí un gran orden, y todo estaba en relación con lo demás. «Cada cosa en su sitio», decían los dueños, y por eso los cuadros que antaño habrían adornado las paredes de la vieja casa, colgaban ahora en las habitaciones del servicio. Eran trastos viejos, en particular aquellos dos antiguos retratos, uno de los cuales representaba un hombre en casaca rosa y con enorme peluca, y el otro, una dama de cabello empolvado y alto peinado, que sostenía una rosa en la mano, rodeados uno y otro de una gran guirnalda de ramas de sauce. Los dos cuadros presentaban numerosos agujeros, producidos por los baronesitos, que los habían tomado por blanco de sus flechas. Eran el Consejero comercial y la señora Consejera, los fundadores del linaje.
-Sin embargo, no pertenecen del todo a nuestra familia -dijo uno de los baronesitos-. Él había sido buhonero, y ella, pastora. No eran como papá y mamá.
Aquellos retratos eran trastos viejos, y «¡cada cosa en su sitio!», se decía; por eso el bisabuelo y la bisabuela habían ido a parar al cuarto de la servidumbre.
El hijo del párroco estaba de preceptor en el palacio. Un día salió con los señoritos y la mayor de las hermanas, que acababa de recibir su confirmación. Iban por el sendero que conducía al viejo sauce, y por el camino la jovencita hizo un ramo de flores silvestres. «Cada cosa en su sitio», y de sus manos salió una obra artística de rara belleza. Mientras disponía el ramo, escuchaba atentamente cuanto decían los otros, y sentía un gran placer oyendo al hijo del párroco hablar de las fuerzas de la Naturaleza y de la vida de grandes hombres y mujeres. Era una muchacha de alma sana y elevada, de nobles sentimientos, y dotada de un corazón capaz de recoger amorosamente cuanto de bueno había creado Dios.
Se detuvieron junto al viejo sauce. El menor de los niños pidió que le fabricasen una flauta, como las había tenido ya de otros sauces, y el preceptor rompió una rama del árbol.
-¡Oh, no lo hagáis! -dijo la baronesita; pero ya era tarde- ¡Es nuestro viejo árbol famoso! Lo quiero mucho. En casa se me ríen por eso, pero me da lo mismo. Hay una leyenda acerca de ese árbol...
Y contó cuanto había oído del sauce, del viejo castillo, de la zagala y el buhonero, que se habían conocido en aquel lugar y eran los fundadores de la noble familia de la baronesita.
-No quisieron ser elevados a la nobleza; eran probos e íntegros -dijo-. Tenían por lema: «Cada cosa en su sitio», y temían sentirse fuera de su sitio si se dejaban ennoblecer por dinero. Su hijo, mi abuelo, fue el primer barón; tengo entendido que fue un hombre sabio, de gran prestigio y muy querido de príncipes y princesas, que lo invitaban a todas sus fiestas. A él va la admiración de mi familia, pero yo no sé por qué los viejos bisabuelos me inspiran más simpatía. ¡Qué vida tan recogida y patriarcal debió de llevarse en el viejo palacio, donde el ama hilaba en compañía de sus criadas, y el anciano señor leía la Biblia en voz alta!
-Fueron gente sensata y de gran corazón -asintió el hijo del párroco; y de pronto se encontraron enzarzados en una conversación sobre la nobleza y la burguesía, y casi parecía que el preceptor no formaba parte de esta última clase, tal era el calor con qué encomiaba a la primera.
-Es una suerte pertenecer a una familia que se ha distinguido, y, por ello, llevar un impulso en la sangre, un anhelo de avanzar en todo lo bueno. Es magnífico llevar un apellido que abra el acceso a las familias más encumbradas. Nobleza es palabra que se define a sí misma, es la moneda de oro que lleva su valor en su cuño. El espíritu de la época afirma, y muchos escritores están de acuerdo con él, naturalmente, que todo lo que es noble ha de ser malo y disparatado, mientras en los pobres todo es brillante, tanto más cuanto más se baja en la escala social. Pero yo no comparto este criterio, que es completamente erróneo y disparatado. En las clases superiores encontramos muchos rasgos de conmovedora grandeza; mi padre me contó uno, al que yo podría añadir otros muchos. Un día se encontraba de visita en una casa distinguida de la ciudad, en la que según tengo entendido, mi abuela había criado a la señora. Estaba mi madre en la habitación, al lado del noble y anciano señor, cuando éste se dio cuenta de una mujer de avanzada edad que caminaba penosamente por el patio apoyada en dos muletas. Todos los domingos venía a recoger unas monedas. «Es la pobre vieja -dijo el señor-. ¡Le cuesta tanto andar!». Y antes de que mi madre pudiera adivinar su intención, había cruzado el umbral y corría escaleras abajo, él, Su Excelencia en persona, al encuentro de la mendiga, para ahorrarle el costoso esfuerzo de subir a recoger su limosna. Es sólo un pequeño rasgo, pero, como el óbolo de la viuda, resuena en lo más hondo del corazón y manifiesta la bondad de la naturaleza humana; y éste es el rasgo que debe destacar el poeta, y más que nunca en nuestro tiempo, pues reconforta y contribuye a suavizar diferencias y a reconciliar a la gente. Pero cuando una persona, por ser de sangre noble y poseer un árbol genealógico como los caballos árabes, se levanta como éstos sobre sus patas traseras y relincha en las calles y dice en su casa: «¡Aquí ha estado gente de la calle!», porque ha entrado alguien que no es de la nobleza, entonces la nobleza ha degenerado, ha descendido a la condición de una máscara como aquélla de Tespis; todo el mundo se burla del individuo, y la sátira se ensaña con él.
Tal fue el discurso del hijo del párroco, un poco largo, y entretanto había quedado tallada la flauta.
Había recepción en el palacio. Asistían muchos invitados de los alrededores y de la capital, y damas vestidas con mayor o menor gusto. El gran salón pululaba de visitantes. Reunidos en un grupo se veía a los clérigos de la comarca, retirados respetuosamente en un ángulo de la estancia, como si se preparasen para un entierro, cuando en realidad aquello era una fiesta, sólo que aún no había empezado de verdad.
Había de darse un gran concierto; para ello, el baronesito había traído su flauta de sauce, pero todos sus intentos y los de su padre por arrancar una nota al instrumento habían sido vanos, y, así, lo habían arrinconado por inútil.
Se oyó música y canto de la clase que más divierte a los ejecutantes, aunque, por lo demás, muy agradable.
-¿También usted es un virtuoso? -preguntó un caballero, un auténtico hijo de familia-. Toca la flauta y se la fabrica usted mismo. Es el genio que todo lo domina, y a quien corresponde el lugar de honor. ¡Dios nos guarde! Yo marcho al compás de la época, y esto es lo que procede. ¿Verdad que va a deleitarnos con su pequeño instrumento?
Y alargando al hijo del párroco la flauta tallada del sauce de la charca, con voz clara y sonora anunció a la concurrencia que el preceptor de la casa los obsequiaría con un solo de flauta,
Fácil es comprender que se proponían burlarse de él, por lo que el joven se resistía, a pesar de ser un buen flautista. Pero tanto insistieron y lo importunaron, que, cogiendo el instrumento, se lo llevó a sus labios.
Era una flauta maravillosa. Salió de ella una nota prolongada, como el silbido de una locomotora, y más fuerte aún, que resonó por toda la finca, y, más allá del parque y el bosque, por todo el país, en una extensión de millas y millas; y al mismo tiempo se levantó un viento tempestuoso, que bramó: «¡Cada cosa en su sitio!».
Y ya tienen a papá volando, como llevado por el viento, hasta la casa del pastor, y a éste volando al palacio, aunque no al salón, pues en él no podía entrar, pero sí en el cuarto de los criados, donde quedó en medio de toda la servidumbre; y aquellos orgullosos lacayos, en librea y medias de seda quedaron como paralizados de espanto, al ver a un individuo de tan humilde categoría sentado a la mesa entre ellos.
En el salón, la baronesita fue trasladada a la cabecera de la mesa, el puesto principal, y a su lado vino a parar el hijo del párroco, como si fueran una pareja de novios. Un anciano conde de la más rancia nobleza del país permaneció donde estaba, en su lugar de honor, pues la flauta era justa, como se debe ser. El caballero chistoso, aquel hijo de familia que había provocado la catástrofe, voló de cabeza al gallinero, y no fue él solo.
El son de la flauta se oía a varias leguas a la redonda, y en todas partes ocurrían cosas extrañas. Una rica familia de comerciantes, que usaba carroza de cuatro caballos, se vio arrojada del carruaje; ni siquiera le dejaron un puesto detrás. Dos campesinos acaudalados, que en nuestro tiempo habían adquirido muchos bienes además de sus campos propios, fueron a dar con sus huesos en un barrizal. ¡Era una flauta peligrosa! Afortunadamente, reventó a la primera nota, y suerte hubo de ello. Entonces volvió al bolsillo. ¡Cada cosa en su sitio!
Al día siguiente no se hablaba ya de lo sucedido; de ahí viene la expresión: «Guardarse la flauta». Todo volvió a quedar como antes, excepto que los dos viejos retratos, el del buhonero y el de la pastora, fueron colgados en el gran salón, al que habían sido llevados por la ventolera; y como un entendido en cosas de arte afirmara que se trataba realmente de obras maestras, quedaron definitivamente en el puesto de honor. Antes se ignoraba su mérito, ¿cómo iba a saberse?
Pero desde aquel día presidieron el salón: «Cada cosa en su sitio», y ahí lo tienen. Larga es la eternidad, más larga que esta historia.

FIN

Un Buen Negocio

Un Buen Negocio
Hnos. Grimm

     Un campesino llevó su vaca al mercado, donde la vendió por siete escudos. Cuando regresaba a su casa hubo de pasar junto a una charca, y ya desde lejos oyó croar las ranas: «¡cuak, cuak, cuak!».
- ¡Bah! -dijo para sus adentros-. Ésas no saben lo que se dicen. Siete son los que he sacado, y no cuatro-. Al llegar al borde del agua, las increpó:
- ¡Bobas que sois! ¡Qué sabéis vosotras! Son siete y no cuatro.
Pero las ranas siguieron impertérritas: «cuak, cuak, cuak».
- Bueno, si no queréis creerlo los contaré delante de vuestras narices.
Y sacando el dinero del bolsillo, contó los siete escudos, a razón de veinticuatro reales cada uno. Pero las ranas, sin prestar atención a su cálculo, seguían croando: «cuak, cuak, cuak».
- ¡Caramba con los bichos! -gritó el campesino, amoscado-. Puesto que os empeñáis en saberlo mejor que yo, contadlo vosotras mismas.
Y arrojó las monedas al agua, quedándose de pie en espera de que las hubiesen contado y se las devolviesen. Pero las ranas seguían en sus trece, y duro con su «cuak, cuak, cuak», sin devolver el dinero. Aguardó el hombre un buen rato, hasta el anochecer; pero entonces ya no tuvo más remedio que marcharse. Púsose a echar pestes contra las ranas, gritándoles:
- ¡Chapuzonas, cabezotas, estúpidas! ¡Podéis tener una gran boca para gritar y ensordecernos, pero sois incapaces de contar siete escudos! ¿Os habéis creído que aguardaré aquí hasta que hayáis terminado?
Y se marchó, mientras lo perseguía el «cuak, cuak, cuak» de las ranas, por lo que el hombre llegó a su casa de un humor de perros.
Al cabo de algún tiempo compró otra vaca y la sacrificó, calculando que si vendía bien la carne sacaría de ella lo bastante para resarcirse de la pérdida de la otra, y aún le quedaría la piel. Al entrar en la ciudad con la carne, viose acosado por toda una jauría de perros, al frente de los cuales iba un gran lebrel. Saltaba éste en torno a la carne, olfateándola y ladrando: -¡Vau, vau, vau! -Y como se empeñaba en no callar, díjole el labrador:
- Sí, ya te veo, bribón, gritas «vau vau» porque quieres que te dé un pedazo de vaca. ¡Pues sí que haría yo buen negocio!
Pero el perro no replicaba sino «vau, vau, vau».
- ¿Me prometes no comértela y me respondes de tus compañeros?
- Vau, vau -repitió el perro.
- Bueno, puesto que te empeñas, te la dejaré; te conozco bien y sé a quién sirves. Pero una cosa te digo: dentro de tres días quiero el dinero; de lo contrario, lo vas a pasar mal. Me lo llevarás a casa.
Y, descargando la carne, se volvió, mientras los perros se lanzaban sobre ella, ladrando: «vau, vau». Oyéndolos desde lejos, el campesino se dijo: «Todos quieren su parte, pero el grande tendrá que responder».
Transcurridos los tres días, pensó el labrador: «Esta noche tendrás el dinero en el bolsillo, y esta idea lo llenó de contento. Pero nadie se presentó a pagar. «¡Es que no te puedes fiar de nadie!», se dijo, y, perdiendo la paciencia, fuese a la ciudad a pedir al carnicero que le satisficiese la deuda. El carnicero se lo tomó a broma, pero el campesino replicó:
- Nada de burlas, yo quiero mi dinero. ¿Acaso el perro no os trajo hace tres días toda la vaca muerta?
Enojóse el carnicero y, echando mano de una escoba, lo despidió a escobazos.
- ¡Aguardad -gritóle el hombre-, todavía hay justicia en la tierra! -y, dirigiéndose al palacio del Rey, solicitó audiencia.
Conducido a presencia del Rey, que estaba con su hija, preguntóle éste qué le ocurría.
- ¡Ah! -exclamó el campesino-. Las ranas y los perros se quedaron con lo que era mío, y ahora el carnicero me ha pagado a palos-, y explicó circunstanciadamente lo ocurrido.
La princesa prorrumpió en una sonora carcajada, y el Rey le dijo:
- No puedo hacerte justicia en este caso, pero, en cambio, te daré a mi hija por esposa. En toda su vida la vi reírse como ahora, y prometí casarla con quien fuese capaz de hacerla reír. Puedes dar gracias a Dios de tu buena suerte!
- ¡Oh! -replicó el campesino-. No la quiero -, en casa tengo ya una mujer, y con ella me sobra. Cada vez que llego a casa, me parece como si me saliese una de cada esquina.
El Rey, colérico, chilló:
- ¡Eres un imbécil!
- ¡Ah, Señor Rey! -respondió el campesino-. ¡Qué podéis esperar de un asno, sino coces!
- Aguarda -dijo el Rey-, te pagaré de otro modo. Márchate ahora y vuelve dentro de tres días; te van a dar quinientos bien contados.
Al pasar el campesino la puerta, díjole el centinela:
- Hiciste reír a la princesa; seguramente te habrán pagado bien.
- Sí, eso creo -murmuró el rústico-. Me darán quinientos.
- Oye -inquirió el soldado-, podrías darme unos cuantos. ¿Qué harás con tanto dinero?
- Por ser tú, te cederé doscientos -dijo el campesino-. Preséntate al Rey dentro de tres días y te los pagarán.
Un judío, que se hallaba cerca y había oído la conversación, corrió tras el labrador y le dijo, tirándole de la chaqueta:
- ¡Maravilla de Dios, vos sí que nacisteis con buena estrella! os cambiaré el dinero en moneda de vellón. ¿Qué haríais vos con los escudos en pieza?
- Trujamán -contestó el campesino-, puedes quedarte con trescientos. Cámbiamelos ahora mismo, y dentro tres días, el Rey te los pagará.
El judío, contento del negociete, diole la cantidad en moneda de cobre, ganándose uno por cada tres. Al expirar el plazo, el campesino, obediente a la orden recibida, se presentó ante el Rey.
- Quitadle la chaqueta -mandó éste-, va a recibir los quinientos prometidos.
- ¡Oh! -dijo el hombre-, ya no son míos: doscientos los regalé al centinela, y los trescientos restantes me los cambió un judío, así que no me toca ya nada.
Presentáronse entonces el soldado y el judío a reclamar lo que les ofreciera el campesino, y recibieron en las espaldas los azotes correspondientes. El soldado los sufrió con paciencia; ya los había probado en otras ocasiones. Pero el judío todo era exclamarse:
- ¡Ay! ¿Esto son los escudos?
El Rey no pudo por menos de reírse del campesino y, calmado su enojo, le dijo:
- Puesto que te has quedado sin recompensa, te daré una compensación. Ve a la cámara del tesoro y llévate todo el dinero que quieras.
El hombre no se lo hizo repetir y se llenó los bolsillos a reventar; luego entró en la posada y se puso a contar el dinero. El judío, que lo había seguido, oyólo que refunfuñaba:
- Este pícaro de Rey me ha jugado una mala pasada; ¿No podía darme él mismo el dinero, y ahora sabría yo cuánto tengo? En cambio, ahora, ¿quién me dice que lo que he cogido, a mi talante, es lo que me tocaba?
«¡Dios nos ampare! -dijo para sus adentros el judío-. ¡Este hombre murmura de nuestro Rey! Voy a denunciarlo; de este modo me darán una recompensa y encima lo castigarán».
Al enterarse el Rey de los improperios del campesino, montó en cólera y mandó al judío que fuese en su busca y se presentase con él en palacio. Corrió el judío en busca del labrador:
- Debéis comparecer inmediatamente ante el Rey -le dijo-; así, tal como estáis.
- Yo sé mejor lo que debo hacer -respondió el campesino-. Antes tengo que encargarme una casaca nueva. ¿Crees que un hombre con tanto dinero en los bolsillos puede ir hecho un desharrapado?
El judío, al ver que no lograría arrastrar al otro sin una chaqueta nueva y temiendo que al Rey se le pasara el enfado y, con él, se esfumara su premio y el castigo del otro, dijo:
- Os prestaré por unas horas una hermosa casaca; y conste que lo hago por pura amistad. ¡Qué no hace un hombre por amor!
Avínose el labrador y, poniéndose la casaca del judío, fuese con él a palacio. Reprochóle el Rey los denuestos que, según el judío, le había dirigido.
- ¡Ay! -exclamó el campesino-. Lo que dice un judío es mentira segura. ¿Cuándo se les ha oído pronunciar una palabra verdadera? ¡Este individuo sería capaz de sostener que la casaca que llevo es suya!
- ¿Cómo? -replicó el judío-. ¡Claro que lo es! ¿No acabo de prestárosla por pura amistad, para que pudierais presentaros dignamente ante el Señor Rey?
Al oírlo el Rey, dijo:
- Fuerza es que el judío engañe a uno de los dos: al labrador o a mí.
Y mandó darle otra azotaina en las costillas, mientras el campesino se marchaba con la buena casaca y el dinero en los bolsillos, diciendo:
- Esta vez he acertado.


FIN

El Maestro

El Maestro
Oscar Wilde

    Y cuando las tinieblas cayeron sobre la tierra, José de Arimatea, después de haber encendido una antorcha de madera resinosa, descendió desde la colina al valle.
Porque tenía que hacer en su casa. Y arrodillándose sobre los pedernales del Valle de la Desolación, vio a un joven desnudo que lloraba.
Sus cabellos eran color de miel y su cuerpo como una flor blanca; pero las espinas habían desgarrado su cuerpo, y a guisa de corona, llevaba ceniza sobre sus cabellos.
Y José, que tenía grandes riquezas, dijo al joven desnudo que lloraba.
-Comprendo que sea grande tu dolor porque verdaderamente Él era justo.
Mas el joven le respondió:
-No lloro por él sino por mí mismo. Yo también he convertido el agua en vino y he curado al leproso y he devuelto la vista al ciego. Me he paseado sobre la superficie de las aguas y he arrojado a los demonios que habitan en los sepulcros. He dado de comer a los hambrientos en el desierto, allí donde no hay ningún alimento, y he hecho levantarse a los muertos de sus lechos angostos, y por mandato mío y delante de una gran multitud, una higuera seca ha florecido de nuevo. Todo cuanto él hizo, lo he hecho yo.
-¿Y por qué lloras, entonces?
-Porque a mí no me han crucificado.

FIN

Bella y Los Bonitos Zapatos

 
BELLA Y LOS BELLOS ZAPATITOS
Anabela Acuña [Argentina]


     A Bella, una niña muy coqueta, le gustaba recibir de regalo zapatitos de todas las formas: chatos o de plataformas, con tacos o botas, si recibía otro tipo de obsequios los devolvía tirándolos por la cabeza.
...

Su habitación rebalsaba de zapatos, no había lugar para guardarlos y cuando Bella se vestía para alguna ocasión particular, los que estaban dormidos en el ropero desde hacia un tiempo, se perdían la oportunidad de salir a pasear.

Cada vez que llegaba una estación del año, como la primavera, Bella quería comprarse unos zapatos nuevos, de distintos colores.

En la fiesta de su cumpleaños, cuando sus amiguitos cantaban que los cumpla feliz, cerró sus ojos y deseó ser un pulpo y así lucir todos sus zapatos coloridos a la vez.

Al despertar del día siguiente Bella era todo un pulpo en persona. Muy contenta Bella estaba porque tenía ¡ocho patas! pero faltaba aprender como funcionaba su vida pulpera. En una enciclopedia natural que encontró en la biblioteca de su casa, descubrió que ¡seis eran brazos y dos eran patas!

Un terrible problema porque no podía ponerse los zapatos en las manos y agarrar con las patas.

Visitó a la Bruja que vivía cerca del río y de paso aprovechó para tomar un tecito de poción mágica para transformarse en un ciempiés, que como dice su nombre tiene como cien patas para lucir zapatos.

¡Qué contenta estaba! Luego de la visita, llegó a su casa y vistió sus coloridos zapatos durante unos días, pero algo no la convencía del todo, por más que usara los tacos y plataformas más altas del mundo, su cuerpo petizo estaba al ras del suelo.

Lloraba desconsoladamente hasta que sus lágrimas hicieron un río que la llevó nuevamente cerca de la bruja, la cual le sacó el hechizo y volvió a ser la Bella niña de siempre que caminando en sus dos zapatos regresó a su hermosa casa.


FIN ✿◕‿◕✿

* Esta símpatica historia la encontre publicada en la galería de uno de mis contactos, me parecio muy original y acordé a las que habitualmente publico, creí relevante el enseñarselas a los lectores de mi blog. Espero no sea de inconveniente para la autora, si es que llega a leer esto o ver la publicacion.
A demas la ilustracion la realize inspirado en la historia.
Espero les guste. y DISFRUTEN DE LAS OTRAS 201 PUBLICACIONES!!!

lunes, 1 de octubre de 2012

La Princesa y La Estrella del Pop

Barbie, La princesa y la Estrella del Pop
version cuento por Patuziin
Ilustración: Patricio Ortega
 


      Esta historia comienza  en un espectacular concierto musical en el reino de Miravella, en donde Keira la máxima estrella del pop realizaba su primera función. Mientras tanto desde el castillo la Princesa Victoria observaba, anhelando el poder estar ahí, viendo a  su cantante favorita, tristemente no podía asistir, puesto que en el castillo se celebraba el aniversario número 500 del reino.
Al trascurrir la noche, el concierto acabo, y Keira se alistaba para ir a la celebración en el castillo, puesto que la princesa solicito su presencia en la fiesta. Tanto Keira, como su manager Kraider y el asistente de este, Rupert, deberían asistir  a la celebración. Cada uno tenía un propósito por el cual presentarse, pero el de Kraider no era nada bueno.
Cuando llegaron al castillo Kraider se fue directamente a conocer a Madame Amelia quien es la tía e institutriz de la princesa Victoria y sus dos pequeñas hermanas, por otro lado Keira y Victoria se conocían, ambas muy entusiasmadas de estar una frente a la otra, luego de una pequeña jugarreta de la princesa, lograron escabullirse entre la multitud de invitados, y llegar hasta la habitación de la princesa Victoria, en donde estaba Vanessa (la perrita mascota de Victoria) y por supuesto el arsenal de ropa y discos exclusivos de Keira, que la princesa a coleccionado.
Tras conversar un buen rato, Keira le enseño a Tori (la princesa) su espejo mágico, con el cual podía cambiar de atuendos con facilidad, y la vez Tori le mostro un peine muy especial con el cual podía cambiar sus peinados, ambas dispusieron de sus tesoros para cambiarse de lugar por un dia, al modificar sus vestimentas y peinados, cada una se haría pasar por la otra por solo un día. Antes de que La princesa disfrazada de Keira se marchara de marchara, decidió enseñarle algo muy importante a Keira (ahora disfrazada de la princesa), un jardín escondido en el castillo, el cual resguardaba una planta mágica de la familia, la cual hacia florecer la gardenia de diamantes, y esta estaba custodiada por hadas de jardín. Cuando ambas  disponían marcharse, la Tía Amelia las descubrió, y para mala suerte de ellas, Kraider vio la maravillosa planta.
Al llegar el día del cambio, ambas muy nerviosas iniciaron las actividades de la otra, la ahora nueva Keira, preparaba el baile para el concierto, mientras que la nueva Tori, asistía a una evaluación de flores en el castillo, en la cual estornudo muy fuerte, ya que no sabía que algunas flores le producían alergias. Después del ensayo de baile, “Keira” dio un paseo por Miravella, en el cual conoció a dos niñas pueblerinas, que muy emocionadas por ver a “su cantante favorita”, no pudieron aguantar las ganas de decir que no podrían asistir a su concierto. “Keira”, pregunto si acaso sus padres no podían pagarlo, y ellas le contestaron que no, y que era muy difícil que la gente pudiera asistir, puesto que la sequia continuaba y el dinero era muy necesario para subsistir.
Fue asi como al regresar a la BAND, en donde se cambiaba de vestuario, llamo por celular a la “Princesa”, para comentarle lo divertido que había sido tomar su lugar, y esta a su vez le respondió lo mismo, que había conocido a sus dos hermanas y que habían jugado a la guerra de almohadas, asi, ambas decidieron que se quedarían cambiadas un dia mas y que se verían antes del concierto del día siguiente, además acordaron que el concierto seria gratuito, debido a la dificultad que en esos momentos creaba el pagar los boletos, a muchos ciudadanos.
Mientras tanto, Kraider y Rupert, planeaban como robar la planta de diamantes, para que Kraider pudiera re lanzar su “carrera artística”, tras su funesto fracaso a los catorce años, en un programa llamado la ardillita feliz. Fue así como planearon robar la planta esa noche, mientras se llevara a cabo el concierto de Keira.
Desafortunadamente para la falsa princesa Tori, la tía Amelia le prohibió asistir al concierto ya que aun no escribía el discurso ceremonial.  Así, la dejo encerrada en su habitación junto a Vanessa.
Mientras tanto, en el área del concierto, “Keira” no sabia que hacer, ya que no estaba preparada para cantar frente a tanto publico. Sin embargo cuando Nora (la encargada del espectaculo) le suplico el salir a escena, ya que el señor Limboorguer esperaba, y si no salía, su carrera terminaría, la nueva Keira, comprendío que era lo unico que podia hacer. Despues de 5 minutos ya se encontraba cantando como toda una estrella de pop, frente a su propio reino, sin que los subditos y su propia familia, lo supieran.
Mientras tanto en el castillo, Kraider y Rupert cortaban de raíz, la planta magica, y se disponian a huir.
Mientras Keira cantaba se dio cuenta que las flores y arboles se marchitaban, y esto solo podia ser en consecuencia de alguna desfortuna que le ocurriera a la Planta magica. Tras terminar la cancion numero 6 del concierto, salio de escena y corrio hasta la calle en donde tomo prestado el carruaje real, para llegar al castillo, en el camino, se encontró con el príncipe Liam, un apuesto jovén, que el dia anterior habia compartido con la falsa princesa Victoria.
Cuando llegaron al castillo se encontraron de frente con Kraider, quien traia consigo la maravillosa flor. Sin entender nada Kraider ahora se encontraba con dos princesas victorias, una frente a él y otra a sus espaldas. Tras un toque de magía ambas volvieron a sus peinados y vestidos normales. Y se dispusieron a perseguir a Kraider. Para sorpresa de ambas él jaló su corbata y al instante su abrigo se convirtio en un traje especial con el cual podía volar, pero, para desgracia de Kraider, Keira y Victoria lanzaron hacia él un hechizo el cual lo dejo envuelto en un vestido y peinado de la epoca victoriana, con muchos risos y muy alto. Pero al que dar en el aire, sin poder volar, a Kraider se le cayó la flor magica al vacío, haciendo que se rompiera en mil pedasos.

Ambas muchachas regresarón muy tristes al castillo, no sabián como hacer crecer una planta en tam poco tiempo, y si no lo lograban , el reino prerceria poco a poco. Pero derrepente, a Tori, se le ocurrío, que tal ves y solo tal ves, las gemas en sus collares, servirian como semillas, y !sas!, al instante una planta comenzo a crecer, con la auyda de ambas y el apoyo de las hadas de jardín, el reino no sufrio un tragedia.

Rapidamente regresaron al concierto, para que Keira pudiera lanzar su nueva canción, pero esta fue mas especial de lo que ella esperaba, porque ahora, tenía una nueva amiga, ambas se tenian la una a la otra, y juntas cantaron, siendo princesas y estrellas al mismo tiempo.

Fin