Su Radiante alegria
Anónima
Entre
exclamaciones e ideas Sofía y yo comenzamos a recoger todas aquellas
estrellitas que estaban plasmadas en el suelo, sobre los jardines y muros de la
ciudad. Lo logramos. Pero, ¿qué haríamos con esa cantidad de linternitas en las
manos? No sabíamos como devolverlas.
Sofía
propuso buscar una escalera. Yo pensé en subirnos a la torre alta de la
iglesia. Pero entre pensamiento y pensamiento resultó que la madre luna, en
medio de su gran tristeza nos enviaba un rayito de frescura.
En él,
poco a poco, fuimos colocando todas las estrellas, luego de la despedida,
sonrisas y agradecimientos, el rayito se fue elevando y en menos de lo
imaginado, volvió a llenarse el firmamento de pequeñas cositas brillantes. Ya
la luna estaba feliz y la noche nuevamente se convertía en luminosa.
Nosotras,
muy contentas, nos dimos las buenas noches y nos fuimos a soñar. Recostada
sobre mi almohada, pensé, hoy hice una buena acción. ¡Devolví a la noche su
mágica alegría!
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario