lunes, 6 de agosto de 2012

Su Radiante Alegria


Su Radiante alegria
Anónima



        Entre exclamaciones e ideas Sofía y yo comenzamos a recoger todas aquellas estrellitas que estaban plasmadas en el suelo, sobre los jardines y muros de la ciudad. Lo logramos. Pero, ¿qué haríamos con esa cantidad de linternitas en las manos? No sabíamos como devolverlas.

Sofía propuso buscar una escalera. Yo pensé en subirnos a la torre alta de la iglesia. Pero entre pensamiento y pensamiento resultó que la madre luna, en medio de su gran tristeza nos enviaba un rayito de frescura.

En él, poco a poco, fuimos colocando todas las estrellas, luego de la despedida, sonrisas y agradecimientos, el rayito se fue elevando y en menos de lo imaginado, volvió a llenarse el firmamento de pequeñas cositas brillantes. Ya la luna estaba feliz y la noche nuevamente se convertía en luminosa.

Nosotras, muy contentas, nos dimos las buenas noches y nos fuimos a soñar. Recostada sobre mi almohada, pensé, hoy hice una buena acción. ¡Devolví a la noche su mágica alegría!

Fin

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