sábado, 1 de septiembre de 2012

La Casa del juicio

La Casa del Juicio
Oscar Wilde

Y el silencio reinaba en la Casa del Juicio, y el Hombre compareció desnudo ante Dios.
Y Dios abrió el Libro de la Vida del Hombre. Y Dios dijo al Hombre: -Tu vida ha sido mala y te has mostrado cruel con los que necesitaban socorro, y con los que carecían de apoyo has sido cruel y duro de corazón. El pobre te llamó y tú no lo oíste y cerraste tus oídos al grito del hombre afligido. Te apoderaste, para tu beneficio personal, de la herencia del huérfano y lanzaste las zorras a la viña del campo de tu vecino. Cogiste el pan de los niños y se lo diste a comer a los perros, y a mis leprosos, que vivían en los pantanos y que me alababan, los perseguiste por los caminos; y sobre mi tierra, esta tierra con la que te formé, vertiste sangre inocente. Y el Hombre respondió y dijo: -Si, eso hice. Y Dios abrió de nuevo el Libro de la Vida del Hombre. Y Dios dijo al Hombre: -Tu vida ha sido mala y has ocultado la belleza que mostré, y el bien que yo he escondido lo olvidaste. Las paredes de tus habitaciones estaban pintadas con imágenes, y te levantabas de tu lecho de abominación al son de las flautas. Erigiste siete altares a los pecados que yo padecí, y comiste lo que no se debe comer, y la púrpura de tus vestidos estaba bordada con los tres signos infamantes. Tus ídolos no eran de oro ni de plata perdurables, sino de carne perecedera. Bañaban sus cabelleras en perfumes y ponías granadas en sus manos. Ungías sus pies con azafrán y desplegabas tapices ante ellos. Pintabas con antimonio sus párpados y untabas con mirra sus cuerpos. Te prosternaste hasta la tierra ante ellos, y los tronos de tus ídolos se han elevado hasta el sol. Has mostrado al sol tu vergüenza, y a la luna tu demencia. Y el Hombre contestó, y dijo: -Sí, eso hice también. Y por tercera vez abrió Dios el Libro de la Vida de Hombre. Y Dios dijo al Hombre: -Tu vida ha sido mala y has pagado el bien con el mal, y con la impostura la bondad. Has herido las manos que te alimentaron y has despreciado los senos que te amamantaron. El que vino a ti con agua se marchó sediento, y a los hombres fuera de la ley que te escondieron de noche en sus tiendas los traicionaste antes del alba. Tendiste una emboscada a tu enemigo que te había perdonado, y al amigo que caminaba en tu compañía lo vendiste por dinero, y a los que te trajeron amor les diste en pago lujuria. Y el Hombre respondió: -Si, eso hice también. Y Dios cerró el Libro de la Vida del Hombre y dijo: -En verdad, debía enviarte al infierno. Sí, al infierno debo enviarte. Y el Hombre gritó: -No puedes. Y Dios dijo al Hombre: -¿Por qué no puedo enviarte al infierno? ¿Por qué razón? -Porque he vivido siempre en el infierno -respondió el Hombre. Y el silencio reinó en la Casa del Juicio. Y al cabo de un momento. Dios habló y dijo al Hombre. -Ya que no puedo enviarte al infierno, te enviaré al Cielo. Sí, al cielo te enviaré. Y el Hombre clamó: -No puedes. Y Dios dijo al Hombre: -¿Por qué no puedo enviarte al Cielo? ¿Por qué razón? -Porque jamás y en parte alguna he podido imaginarme el Cielo -replicó el Hombre. Y el silencio reinó en la Casa del Juicio.
FIN

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