Le tengo miedo a la oscuridad
Anónimo
Anónimo
Todos los días, después del
colegio, Rafael juega con sus amigos en la plaza. Pero apenas comienza a
oscurecer, se despide y se va su casa.
-¿Te aburriste de jugar? – le pregunta
todos los día su papá, cuando le ve entrar a la casa.
- No, es que… es que… estoy
cansado – contesta siempre.
Pero el papá sabe con exactitud
lo que le pasa. A Rafael le da miedo la oscuridad. Todas las noches, antes de
quedarse dormido, le pide que deje encendida la luz de su velador. Él ha
tratado de hablarle acerca de este temor, pero Rafael no quiere confesarlo, no
quiere que nadie se entere.
El Papá está preocupado.
Pero los amigos de Rafael también
están preocupados, no les gusta que se vaya “tan temprano”. Rubén es el más
enojado, pues cree que es el papá de Rafael el culpable.
-
Yo voy a ir a hablar con él- dice muy decidido.
-
¿Y por qué no vamos todos?- propone Carlitos.
-
¿Y si nos reta? – pregunto asustado Jorge.
-
Primero tenemos que hablar con Rafael, hay que
saber que es lo que le pasa- Dijo acertadamente, Flavio.
Al otro día, cuando Rafael llegó
a la plaza, lo primero que hicieron fue preguntarle:
-¿Por qué te vas tan temprano a
tu casa?
- Rafael se sorprendió y no supo
qué contestar; pensó mentirles y culpar a su papá… pero justo Claudio dijo:
- A mí me da un poco de susto
cuando oscurece, quizás no deberíamos jugar hasta tarde.
Rafael se sintió salvado por su
amigo, pero, al mismo tiempo, reconfortado por que había encontrado una persona
que –al igual que él- le tenía miedo a la oscuridad.
Los niños se olvidaron de la
respuesta de Rafael y se preocuparon de Claudio.
Le dijeron que al estar todos
juntos se protegerían y que no tenía que sentirse así, y se fueron todos a
jugar. Pero Rafael se sentía extraño, quería conversar con Claudio para saber
si el miedo que él sentía era igual que el suyo.
A la salida del colegio, Rafael
pidió permiso a su papá y fue a la casa de Claudio; quería hablar con él.
En el living de la casa y
mientras se tomaban un jugo, Claudio le comentó:
-
Mi mamá dice que cuando uno tiene un sentimiento
bueno o malo hay que contarlo a las personas importantes, así nos sentimos
acompañados.
-
Yo no le he contado a nadie que me da miedo la
oscuridad –confesó Rafael-.
-
Pero me lo estás contando a mí, es un gran paso –
dijo Claudio, haciendo sentir mucho mejor a Rafael.
Esa tarde Rafael no fue a jugar a
la plaza, se quedó en la casa y le dijo a su papá:
-Papito, yo le tengo miedo a la
oscuridad.
-¡Qué bueno me lo cuentas! – Le dijo
su Papá- Cuando yo era niño, me asustaban mucho los perros. Pero un día se lo conté
a mi mamá (a tu abuelita) y desde entonces se me fue quitando de apoco.
-En serio, yo creí que a ti no te
daba miedo nada, y por eso me daba vergüenza contártelo.
- Pero ya ves, me lo has contado
y además ahora también sabes que a mi también me daban miedo algunas cosas.
Para que se te quite ese miedo yo te ayudare, pero debes prometerme, que cundo
tengas miedo de algo o algún problema confiaras en mi, y así lo solucionaremos
juntos.
- Bueno, lo prometo.
Ahora todas las tardes cuando
Rafael juega con sus amigos, Su papá se sienta en la plaza a leer; así todos se
sienten más seguros. Y EN LA NOCHE, ANTES DE QUEDARSE DORMIDO, Rafael dice “Buenas
Noches” y apaga la luz de su velador.
Fin
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