En el país de las figuras
Anónima
Anónima
Había una vez en el país de las Figuras, un enredo de
formas. Todas se quejaban y discutían cuál era la mejor. De pronto, la voz de
una muñeca dijo:
-¡Basta ya! Ninguna es mejor que otra. Todas son
importantes-.
El círculo, redondo y sin puntas, solito y sin compañía, le
da forma a globos y pelotas para que los niños y las niñas puedan jugar.
Pero si el círculo se convierte en lindas ruedas, cuando
acompaña al rectángulo, con sus cuatro lados, dos largos y dos cortitos, dará la
forma al vagón de un tren. Y más arriba, un cuadrado chiquitito, con sus cuatro
lados igualitos, dejará salir el humo por un pequeño huequito. Si el círculo
está sobre el amigo triángulo, con sus tres lados, a veces iguales y a veces
no, podrá formar un delicioso barquillo, de cereza, quizás.
Y cuando el triángulo está arriba, le da forma a la vela de
los barcos para que puedan navegar. Así que ya no discutan más, porque todas
unidas, harán las mil formas del mundo. Si no lo creen, ¡mírenme a mí!.
El círculo es mi cara, el triángulo mi cuerpo, dos
rectángulos mis brazos y mis pies dos cuadrados son. Y con gran alegría, las
mil formas se unieron en el país de las figuras.
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