¡Baila,
muñequita!
Anónima
Sí, es una canción para las niñas muy pequeñas -aseguró tía
Malle-. Yo, con la mejor voluntad del mundo, no puedo seguir este «¡Baila,
baila, muñequita mía!» -Pero la pequeña Amalia si la seguía; sólo tenía 3 años,
jugaba con muñecas y las educaba para que fuesen tan listas como tía Malle.
Venía a la casa un estudiante que daba lecciones a los hermanos
y hablaba mucho con Amalita y sus muñecas, pero de una manera muy distinta a
todos los demás. La pequeña lo encontraba muy divertido, y, sin embargo, tía
Malle opinaba que no sabía tratar con niños; sus cabecitas no sacarían nada en
limpio de sus discursos. Pero Amalita sí sacaba, tanto, que se aprendió toda la
canción de memoria y la cantaba a sus tres muñecas, dos de las cuales eran
nuevas, una de ellas una señorita, la otra un caballero, mientras la tercera era
vieja y se llamaba Lise. También ella oyó la canción y participó en ella.
Y las muñecas comprendían la canción; Amalita también la
comprendía, y el estudiante, claro está. Él la había compuesto, y decía que era
estupenda. Sólo tía Malle no la entendía; no estaba ya para niñerías.
-¡Es una bobada! -decía. Pero Amalita no es boba, y la canta.
Por ella es por quien la sabemos.
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