domingo, 8 de julio de 2012

La Llave de Sol



La llave de sol
Patricio Ortega Ortega.



-Pablito, ¿Por qué no va a jugar al jardín? – dijo Andrea la mamá de pablo

-No quiero, no me agradan los niños que juegan ahí. Dijo Pablo muy enojado.

-Pero si no los conoces hijito, ¿Cómo sabes que son pesados?

-Por que si mamá, ellos son diferentes y me caen mal.



Esa era siempre la respuesta que Pablo le daba a su mamá para no ir a jugar. Pero la verdad es que le asustaba el jugar con otros niños, porque creía que nos les agradaría. Así que mejor no lo intentaría.

Pero un día, tocaron a la puerta - ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!

Pablo Miro por la cerradura que tenía un agujero muy grande y vio a una niña a fuera de su puerta. Como no la conocía no quiso abrir y grito ¡No hay nadie!

A la niña le dio mucha risa porque era lógico que alguien estuviera en la casa, o si no quien gritaría.

La niña dijo, Tiene que haber alguien porque escuche tu voz.

Pero Pablo volvió a decir - ¡No hay nadie!

Y la niña otra vez se río. Y así estuvieron mucho rato.

En un momento Pablo escucho que alguien subía por la escalera del pasillo, y tenia razón, era su mamá quien llegaba.

¡Hola Sol! ¿Qué haces aquí a fuera? – pregunto la mamá de Pablo a la niña, al parecer la conocía y eso sorprendió mucho al niño.

¡Hola señora Andrea! Vengo a buscar a Pablo, pero al parecer no esta, solo hay una voz que grita ¡no hay nadie!.

A la mamá de Pablo le dio risa escuchar eso y le dijo: ese es Pablo, pero como yo no le dije que lo vendrías a buscar, no te abrió la puerta, a demás no se conocen.

Andrea abrió la puerta y frente a ella encontró a Pablo que la miraba, ¡Hola Hijo!, tienes visita, ella se llama Marisol, es nueva en el edificio, y viene a invitarte a jugar.

Pablo se asusto mucho por la presencia de esa niña y solo pudo decir; ¡Hola!, y Sol también le dijo; ¡Hola! Y lo tomo de una mano y se lo llevo corriendo hasta el  jardín del edificio. Ahí estaban los otros niños que vivían en el edificio, Sol se acercó a ellos para presentarse y Pablo iba de su mano, los niños pensaron que ambos eran nuevos puesto que a Pablo tampoco lo conocían, pero de todos modos los recibieron con mucho cariño. Fue así como Sol y Pablo  jugaron con sus vecinos en el jardín. Pablo perdió el miedo y entendió que aunque a veces  tenemos un poco de temor por las cosas nuevas, siempre es bueno probarlas para saber si nos gustan o no, y no juzgar  a los demás sin conocerlos.

Desde aquel día Sol y Pablo se hicieron muy amigos y él para demostrarle su cariño le regalo una llave que guardaba en una cajita, para que ella entrara a su casa cuando quisiera, puesto que ahora eran buenos amigos.

Fin.

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